La silla vacía: cómo sobrellevar el duelo durante las fiestas de Navidad (I)

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Cuando existe una pérdida reciente, ya sea de un familiar o de un amigo querido, la silla vacía en la mesa de Navidad puede intensificar la pena y hacer que nos enfrentemos con un cóctel de emociones complicado de digerir. 

El duelo puede ser especialmente duro cuando a nuestro alrededor hay una sensación de alegría colectiva y de celebración, unido esto a la presión y la sensación de aislamiento que a veces se experimenta por intentar estar “bien” y no amargarle la fiesta a nadie.

El problema es, sobre todo, que las fiestas son una expresión de alegría pública, muy distintas de otros hitos difíciles del calendario como pueden ser cumpleaños o aniversarios.

Estos últimos pueden sobrellevarse de una forma más privada, mientras que la Navidad exige reuniones y nos persigue allá donde vayamos −durante semanas−, con sus decoraciones, sus luces de colores y los villancicos sonando en la radio en cualquier momento.

Por ello, ¿cómo se puede gestionar el duelo durante estas fiestas? En Funeraria San Nicolás te damos algunos consejos.

Cómo sobrellevar el duelo durante las fiestas de Navidad

Puede que notemos especialmente la ausencia recordando los rituales que compartíamos con la persona que hemos perdido, o los platos que esa persona cocinaba, las bromas que nos gastaba o los regalos que intercambiábamos.

Sean cuales sean nuestros recuerdos, en Navidad tenemos muchos números para pasarlo peor si todavía estamos en las etapas iniciales del duelo.

No existe una forma correcta o incorrecta de lidiar con las ausencias significativas en estas fechas, pero los expertos recomiendan, entre otras cosas, empezar por permitirnos sentir lo que sentimos.

El duelo es una respuesta normal ante la pérdida de un ser querido, y no debemos marcarnos unos tiempos límites para aprender a vivir con ella ni tampoco presionarnos para festejar si no estamos preparados para ello.

Algunas personas, por otra parte, evitan hablar de sus seres queridos fallecidos creyendo que si lo hacen sufrirán más. Esta estrategia puede, al contrario, intensificar la pena, ya que la ausencia es aún mayor si no nos permitirnos nombrar o recordar a los que faltan.